Alfombras de exterior vinílicas: 3 características que necesitas conocer

Llega la temporada de terrazas y jardines, y estamos deseando pasar tiempo al aire libre. Pero no será lo mismo si no decoramos nuestro espacio exterior con una buena alfombra de exterior, para sentirnos fuera de casa tan a gusto como dentro.

Las alfombras de exterior tienen requisitos muy exigentes. No intentes poner en la terraza una alfombra delicada, porque te durará un par de telediarios.

Una alfombra de exterior ha de ser dura, resistente, aguantar la intemperie sin inmutarse y estar lista para soportar las inclemencias del tiempo. Y por último, ha de poder lavarse con mucha facilidad, por ejemplo pasándole una manguera.

¿Cuáles son los tipos principales de alfombras de exterior?

Las alfombras de exterior se suelen confeccionar principalmente con dos materiales sintéticos, altamente versátiles y muy resistentes: el vinilo o pvc y el polipropileno.

Realmente a todas las podemos llamar vinílicas, ya que su composición y principales características son muy similares, aunque solemos definir como alfombras de vinilo a secas a aquellas de superficie lisa y plana y mínimo grosor, con el tejido unido a la base de goma.

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Las de polipropileno ofrecen trenzados y tejidos más variados y similares a simple vista con lo que esperamos de una alfombra de interior, más convencional.

Pero en todo caso, ambos tipos de alfombras, primas hermanas, garantizan una experiencia de uso fantástica en exteriores y una larga duración, incluso bajo condiciones de sol y lluvia.

¿Cuáles son las características principales de las alfombras de exterior vinílicas?

En primer lugar, su resistencia a la humedad, obligada en en exterior. No solo eso, sino que resisten a los mohos y hongos.

Esto es así porque su material es impermeable, es decir, que no absorbe el agua, de modo que la alfombra se podrá mojar por fuera, pero el agua no penetra nunca en el tejido (y lo mismo reza para cualquier tipo de líquido, incluyendo esos que a veces nos dejan nuestras mascotas).

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En segundo lugar, su durabilidad: ya dijimos antes que no tiene sentido colocar en exteriores alfombras que nos duren menos que un gato en el agua.

En tercer lugar, y lo más interesante desde el punto de vista práctico, es su facilidad de mantenimiento.

Las alfombras vinílicas de exterior (y esto incluye las de polipropileno) son fácilmente limpiables, por varios medios.

Por supuesto, con escoba o aspirador, si quieres, pero en exteriores no nos andamos con tantos remilgos: una fregona es perfecta para las alfombras de vinilo, y una manguera (sin agua a presión, tampoco hay que venirse arriba) es la solución más fácil y socorrida para dejar nuestra alfombra de exterior lista para otra.

Otra característica que va implícita, pero hay que decirla, es la resistencia de estas alfombras al uso intensivo y al trato duro. No tengas problema en situarlas en zonas de mucho paso o alto tránsito: ellas se encargan.

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En resumen, cuando hablamos de alfombras de exterior, nada más resistente, duradero y de más fácil mantenimiento que las alfombras vinílicas.

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